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Decoupling y derisking: política y palabras

Magdalena Cadagua

Frente al concepto de decoupling, la UE ha acuñado el de derisking. Sin embargo, la ausencia de propuestas económicas y políticas concretas hacen que este término quede vacío y sin contenido.

Mucho se ha escrito ya sobre el verdadero fenómeno económico y político de nuestra era, el decoupling. Pero para abarcar el alcance completo del mismo, hay que comprender que este fenómeno es, ni más ni menos, que el desmantelamiento del orden económico y político mundial que surge tras la Segunda Guerra Mundial. En definitiva, el decoupling surge de la renuncia a la cesión de soberanía nacional sobre el que se sustenta dicho orden y que da lugar a las instituciones multilaterales que conocemos. Este es el verdadero alcance del decoupling y no una mera vuelta al proteccionismo, como apuntan muchos análisis superficiales.

Frente a este concepto y al trasfondo geopolítico que lo soporta, la UE contrapone el concepto de derisking. La verdad es que este concepto, hoy, es poco más que un “buzzword” sin contenido económico y político concreto y cuyo valor es, en gran medida, un eufemismo resultado de la búsqueda, por parte de la UE y su estamento político, de una posición independiente y diferenciada frente a los otros dos grandes bloques comerciales y políticos que componen el tablero geopolítico de nuestros días.

Derisking es, fundamentalmente, un concepto y una iniciativa política y, por tanto, pública que se materializará, para ser exitosa, en programas y actividades dirigidas al sector privado, por un lado, y, por otro, en gestos y procesos de índole diplomática y geopolítica,

Si el sector privado no recibe un apoyo sólido y cuantificable desde el sector público, aquél se deslizará hacia el decoupling, en respuesta al incremento del riesgo para la operativa económica internacional que caracteriza el actual panorama mundial. Decoupling, derisking, proteccionismo y desglobalización se convertirán en sinónimos. Así, el sector público habrá de plantear medidas encaminadas a reducir estos riesgos o a la cobertura de estos en operaciones tanto comerciales como de inversión directa.

De manera paralela, los conflictos y enfrentamientos políticos y militares del pasado reciente enseñan bien a las claras que toda situación de tensión provoca un aumento de riesgos que sólo pueden ser disminuidos a través de lo que han venido a denominarse como “Confidence Building Measures”, donde los agentes generadores de dicha tensión mundial acuerdan y toman medidas, en muchas ocasiones, unilaterales encaminadas a generar un clima de diálogo y negociación tendente a la resolución del conflicto mismo o, al menos, a la clara delimitación de sus consecuencias. Así, no parece que el actual episodio de tensión política y económica conozca propuestas específicas de “Confidence Building Measures” y, hasta el momento en que éstas se planteen y se apliquen, el concepto de derisking no pasará de ser, como se ha señalado, un “buzzword” que todo el mundo utiliza, pero que, en el fondo, carece de sentido real.  La ausencia de cualquier referencia al deriskng en la muy reciente nota básica sobre la próxima Presidencia española del Consejo de la UE no invita al optimismo.